SEÑOR DE LA CUEVITA

Desde 1725 el pueblo de Iztapalapa le rinde una especial veneración a la imagen del Señor del Santo Sepulcro, al que se refieren con cariño como el Señor de la Cuevita. La leyenda dice que unos peregrinos de Etla, en el actual estado de Oaxaca, pasaron por el pueblo camino de la Ciudad de México para que la imagen que portaban fuese retocada. Acamparon en el Cerro de la Estrella y la imagen la dejaron debajo de un árbol. Al día siguiente cuando despertaron la imagen ya no estaba. Fueron al pueblo para buscar la imagen en los templos, al no encontrarla pidieron apoyo a los iztapalapenses para hacer una búsqueda en el cerro. Pasaron varios días y el Cristo no fue hallado, por lo que los peregrinos decidieron regresar a Etla para avisar de lo sucedido.
Meses después algunos pobladores se dieron cuenta de que un pastor iba todas las tardes con un ocote a una cueva, le preguntaron porqué y les reveló que había encontrado una imagen en una gruta y que prendía el ocote para que no estuviese en oscuridad por las noches. Una vez que fueron a la caverna dedujeron que era la imagen que los peregrinos traían y decidieron avisarles para que vinieran por ella, era el 3 de mayo de 1725. Cuando trataron de sacarla esta no se movió ni con el esfuerzo de 20 personas, así que interpretaron que el Cristo debía quedarse ahí.
Se le construyó una ermita al lado de la boca de la gruta y fue entoces cuando se deseaba trasladarle a este templo que pudo ser movida y tan solo por cuatro personas. Siempre fue objeto de cariño y respeto de los ocho barrios, mismo que se vería incrementado cuando en 1833 asistieron a su capilla a pedirle a Dios que cesara la epidemia de cólera mórbus que había acabado con los mayores, siendo jóvenes y adolescentes los que sobrevivían. Después de oficiar la santa misa llevaron la imagen en procesión por los barrios. Transcurrieron 3 días en los caules fue disminuyendo el número de víctimas y finalmente ya nadie más murió por el cólera. Como testimonio de su agradecimiento el pueblo comenzó a construir el Santuario del Señor de la Cuevita, una basílica con un amplio atrio justo enfrente de la cueva donde fue hallado después que se les perdió a los pergrinos.
En la segunda mitad de septiembre y la primera de octubre se celebra una fiesta especial para recordar aquel milagro y agradecer de nuevo la salvación del pueblo. Para los Nazarenos el Señor de la Cuevita. al igual que el Divino Salvador, son importantísimos símbolos de la fe que nuestro pueblo le tiene a Jesucristo y testimonios de su presencia entre nosotros. Su templo es la sede de la conmemoración de la última cena la tarde del Jueves Santo y es el Calvario a donde concluye el Víacrucis del Viernes.



¡VIVA JESUCRISTO, SEÑOR DE LA CUEVITA Y DIVINO SALVADOR NUESTRO!